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Acción de discernimiento, religioso o supersticioso, por la cual se determinaba si alguien era culpable o no mediante pruebas o argumentos atribuidos a la divinidad.
Los "juicios de Dios" fueron ordinariamente acciones ingenuas, o malintencionadas, en las que se suponía la intervención divina en pro de la culpabilidad o inocencia de los acusados.
En las culturas antiguas orientales se empleaba con frecuencia la "prueba del agua", "del fuego", de "las suertes" y prácticamente era el azar, o la astucia de los sacerdotes que lo daban carácter sacro, lo que resolvía las situaciones dudosas.
Dentro del contexto bíblico hay alusiones a los juicios divinos por eso procedimientos cuando se determina la sumisión a pruebas de azar. (Num. 5. 1-31 y Jos. 7. 16-19). Incluso los profetas parecen aludir con frecuencia a estas prácticas con resonancias de magia. (Jer. 8.14-17. Ez. 23. 31-34, Miq. 6. 1-16)
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